08 julio 2005

Mariquita, la Renga

La historia detrás de esta tonada es hilarante. La Srta. Mariquita Sánchez de Thompson, dama de alta alcurnia y poder en la sociedad cabildeana de la época, se enlistó el 1º de Agosto de 1813 en las líneas del General Ramiro Saurral, que le hacía la contra a la gente de San Martín con su reciéntemente formado E.L.P. o Ejército Libertador Paralelo, con el que pretendía libertar de los realistas a Argentina, Gobi y el principado de Mónaco.

Mariquita dejó sus encajes de satén y el esclavo masajista que tenía para emular a su ídola, Juana Azurduy. Había servido en el ejército libertador durante una semana y no la habían puesto a cañonear gallegos, así que la "princesa guerrera" (como la apodaban hasta el trágico accidente) decidió sobornar al General Saurral para estar al pie del cañón y ser la Juana Azurduy porteña. Con el soborno en mente, le pidió a un amigo cocinero que le amputara la pierna izquierda y se la mandara al General envuelta en un ramo de lirios azules con una tarjeta que decía "¡Te doy mi pierna! ¡Ahora dame un cañón, puto!".

Fue dada de baja y en los registros del Ejército Libertador Paralelo consta el cambio de apódo de "Mariquita, la Princesa Guerrera" a "Mariquita, la Renga". En el carruaje que la llevaba de vuelta a su hogar conoció al músico argentino Vicente López y al sambador brasilero Planes, a secas. Ambos dos se enamoraron pérdidamente de la renga, y la visitaron seguido para tomar té con bizcochos y jugar al Burako. En una de esas tardes de pasión, el amor que sentían los dos fluyó en una tonada que reclamaba del pueblo argentino la misma cantidad de sangre (o más) que la que había perdido Mariquita en pos de la liberación nacional. Para que los reclutas olvidaran la sangre y la muerte, Vicente López y Planes decidieron incitar al consumo de alcohol, por lo que terminaron el tema con un brindis.

Así nació lo que luego se conoció por un error de tipeo como "Himno Nacional Argentino".

¡No sea paparulo!


De los nuevos campeones los rostros
Marte mismo parece animar;
La grandeza se anida en sus pechos,
A su marcha todo hace temblar.
Se conmueven del Inca las tumbas
Y en sus huesos revive el ardor,
Lo que ve renovando a sus hijos
De la Patria el antiguo esplendor.

Oid ¡mortales! el grito sagrado:
¡Libertad, Libertad, Libertad!
Oid el ruido de rotas cadenas:
Ved en trono a la noble Igualdad.
Se levanta a la faz de la tierra
Una nueva y gloriosa Nación:
Coronada su sien de laureles
Y a sus plantas rendido un León.

Pero sierras y muros se sienten
Retumbar con horrible fragor:
Todo el País se conturba por gritos
De venganza, de guerra y furor.
En los fieros tiranos la envidia
Escupió su pestífera hiel,
Su estandarte sangriento levantan
Provocando a la lid más cruel.

¡No lo véis sobre Méjico y Quito
Arrojarse con saña tenaz,
Y cuál lloran bañados en sangre
Potosí, Cochabamba y la Paz!
¡No lo véis sobre el triste Caracas
Luto y llantos y muerte esparcir!
¡No lo véis devorando cual fieras
Todo pueblo que logran rendir!

A vosotros se atreve ¡Argentinos!
El orgullo del vil invasor,
Vuestros campos ya pisa contando
Tantas glorias hollar vencedor.
Mas los bravos que unidos juraron
Su feliz libertad sostener,
A esos tigres sedientos de sangre
Fuertes pechos sabrán oponer.

El valiente argentino a las armas
Corre ardiendo con brío y valor,
El clarín de la guerra cual trueno
En los campos del Sud resonó,
Buenos Aires se pone a la frente
De los pueblos de la ínclita Unión,
Y con brazos robustos desgarran
Al ibérico altivo León.

San José, San Lorenzo, Suipacha,
Ambas Piedras, Salta y Tucumán,
La Colonia y las mismas murallas
Del tirano en la Banda Oriental;
Son letreros eternos que dicen:
Aquí el brazo argentino triunfó
Aquí el fiero opresor de la Patria
Su cerviz orgullosa dobló.

La victoria al guerrero argentino
Con sus alas brillantes cubrió
Y azorado a su vista el tirano,
Con infamia a la fuga se dió;
Sus banderas, sus armas se rinden
Por trofeos a la Libertad,
Y sobre alas de gloria alza el pueblo
Trono digno a su gran majestad.

Sean eternos los laureles
Que supimos conseguir.
Coronados de gloria vivamos
O juremos con gloria morir.

Desde un polo hasta el otro resuena
De la fama el sonoro clarín,
Y de América el nombre enseñando,
Les repite: ¡Mortales! Oid:
¡Ya su trono dignísimo abrieron
Las provincias unidas del Sud!
Y los libres del mundo responden:
¡Al Gran Pueblo Argentino, SALUD!



¡Sea un poco menos chileno!

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