28 junio 2005

¡Viva Perón!

Es un día muy hermoso.
Es un día peronista.
¡Qué contento que me puse
con la muerte de Batista!

El Partido es lo primero
y después el General
y después Eva Duarte
y al final, un dineral.

Subámonos al camión
del primer trabajador
gritando ¡ Viva Perón !
¡Te queremos, Dictador!

24 junio 2005

Cuestión

¿Es posible que ya sea viernes de nuevo, con su consecuente confirmación de mis sospechas acerca de haber estado malgastando las horas sobremanera, o en realidad soy parte de una manada de supervivientes tan poco sagaces que para enfrentar sus miedos de subordinados regurgitan conceptos tan mediocres como "conformismo" sin otro resultado que la convicción de lo completa que son nuestras vidas cuando, mediante un esfuerzo sobrehumano, logramos sobreponernos al instinto de encontrarle un sentido al discurrir de hechos que nos han formado?

21 junio 2005

¡No me largué lo' flane', negra!

Es sabido y consabido que la predispocisión bípeda a la gordura es socialmente adquirida. Las gordas existen porque una cultura las creó juntando el hedor de Mc Donalds y la mercadotecnia de los chocolatines. Le ofrecen a nuestras mujeres una cantidad ilimitada de basura rica en grasa, y terminan ricas en grasa ellas mismas. Millonarias. Es tiempo de decir algo al respecto.

En primera instancia, el sistema capitalista es algo difícil de vencer, como lo comprobaron Ortega y Garfunkel. Por otro lado, habiendo tanta oferta de morfi, la alternativa a estar gorda son dietas lopezmurphistas para mártires. Ergo, y habiendo tanta grasa dando vueltas hoy día, sería razonable que las gordas del mundo hicieran valer sus derechos de mayoría como hacen todas las mayorías y patoteen a todas las minorías que las haga quedar mal.

Así como luchan por el derecho a ir vestidas por la calle pidiendo que algún modisto previsor fabrique talles no-bulímicos, es hora de que las gordas, movilizando una maromba fosfolípida de desenfreno insurrecto, le digan NO a las supermodelos.

Es una guerra en la que las supermodelos tienen todo por perder, y nuestras vaquitas todo por ganar. La Industria Cultural Argentina está plagada de promotoras, bailarinas, vedettes y gatúbelos, todas que las soplás y se vuelan, haciéndonos olvidar de las bondades de la abundante carne argentina. Hay que darse cuenta de que gordas sobran y supermodelos, para ser sinceros, cada vez ligamos menos. Reconozcámosles una cierta belleza interior, bien bien interior, y dejemos que brillen en los medios en lugar de esas supermodelos del orto.

Quiero gordas en la tele todo el día, gordas en calza en las estaciones de servicio, secretarias gordas que le quiebren las rodillas a cien jefes, gordas bailanteras en "Siempre Sábado", gordas que hagan cámaras ocultas, gordas que nos repartan descuentos del telo y entradas para El Bosque, gordas que nos atiendan en Pelvis y hasta gordas que nos vendan un bronceador rodando por la playa en cámara lenta al son de "Dejame Soñar".

Basta de anoréxicas, bulímicas y minas lindas en general. Estamos al borde del cambio en la mentalidad del argentino promedio: la hora de la gorda pulenta.

Acompáñenme y voten la Ordenanza Municipal Nº 16.611 que exige que dos de cada tres glúteos usados en carteles publicitarios en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires pesen más de veinte kilos.

¡¡DÍGANLE SÍ A LA 16.611!! ¡¡YA, LOCO!!

14 junio 2005

Revolución

A todo el que lea lo siguiente, le pido por favor que no lo tome como la quintescencia de lo veraz, sino simplemente como una acotación al margen de un ser iluminado.

¡Hombres del mundo, uníos!

Es tiempo de recuperar lo que es nuestro antes de que sea demasiado tarde. Féminas curvilíneas le están robando el trabajo a mecánicos grasulientos en las estaciones de servicio. Bagartos intragables se están sobrecalificando para ocupar las rodillas patronales que antes sostenían con lógica a las minifaldas mejor calzadas, con el único objetivo de trepar desde ese puesto hasta la gerencia que tantos años de chanchuyos y serruchadas nos costó.

El feminismo, como el cristianismo en su momento, es la peor de las calamidades en la historia del hombre.

Pregúntenle a John Bobbitt para más referencias. Persona ecuánime y centrada, tuvo que sufrir en carne propia la emasculación por parte del sexo opuesto, para que todos nosotros entendieramos que estamos viviendo el fin de los días felices. Este hombre, anteponiendo el bien público a la integridad física de su persona y su (nuestro) tesoro más preciado, dio todo (o parte) para nuestro iluminamiento. Fue Bobbitt, con su sacrificio, quien nos sacó de las neblinas oscuras en que estábamos inmersos gracias a estas hippies manipuladoras.

No se confundan, no hubo una Lorena Bobbitt, sino una agrupación de lesbianas maltrincadas que expandió sus redes hasta las frágiles mentes de sus seguidoras, nuestras madres y esposas, a fin de inocular de una vez y para siempre la infame noción de que hay un mundo fuera de la cocina.

Es tiempo de recuperar lo que es nuestro y dejar de relegar todo en manos que fueron creadas por el santo padre con la forma del mango de una sartén.

Por el siguiente medio propongo:

- La canonización inmediata en vida de John Ferdinand Bobbitt, mártir de valor y gallardía, que sabe poner la carne sobre el asador y darle un mordisco de voluntad.

- La distribución gratuita, junto con los preservativos que los así llamados liberales tanto reclaman, de utensilios de aborción prematura, para que se acabe eso de "yo estoy en contra, casémonos".

- Que cada hombre de bien se libere de las cadenas del engatusamiento feminista y reclame todos los bifes de chorizo que le corresponden encadenando a la doña a la llave de gas de la cocina.

- Finalmente, determino como primera instancia (a regir de inmediato) que nos reconstituyamos el derecho a hacer el ademán de látigo o "¡¡ JUIPFF !!", propiedad legítima del sexo masculino para con toda hembra insubordinada, a través del uso del ademán como saludo cada vez que se crucen dos hombres.

¡¡¡ NO NOS DEJEMOS ENGAÑAR !!! [ JUIPFF ]

Indiana Jones, ícono de nuestra lucha por un mundo más varón.

13 junio 2005

Basta de opinólogos

Quiero hacer uso de este medio de comunicación para defenestrar el uso de este medio de comunicación. Lo hago de este modo para que todo el mundo se entere de lo peligroso que es para la salud mental del curioso imprudente el uso del Blog. Está comprobado científicamente (ahora no me acuerdo bien dónde lo leí) que el 87,4% de los mal llamados "bloggers" no tiene ni la más remota noción de lo que está diciendo. Uso este Blog para advertir a toda persona de bien de no hacer caso a estos opinólogos improvisados, y con ese objetivo en mente pretendo difundir este manifiesto a los cuatro vientos virtuales.

Es tiempo de dejar que la gente decente diga NO al Blog, y SÍ a la introspección personal y la iluminación divina que trae el autoconocimiento. Tipos como Buda y Victor Sueiro ya han dado muestras irrefutables de los beneficios de la sabiduría interna. Por un lado, nada de lo que se conozca analizando el propio ser tiene quien lo refute. Por el otro, uno no molesta al resto de la humanidad con minucias. Ergo, propongo en este manifiesto que se erradique lo que la ciencia (no me acuerdo bien cuál) llama "conocimiento exógeno".

El conocimiento exógeno surge de la necesidad de que los demás nos expliquen cómo funciona el mundo. Yo les digo, créanme, no necesitan que nadie les diga cómo funciona el mundo. Si buscan en su interior, bien adentro, verán que pueden descubrir por ustedes mismos cosas como el movimiento elíptico de los planetas, la energía por termofisión o cómo programar una videocasetera. Lo único que hay que hacer es quedarse quieto, hacer oídos sordos a todo conocimiento exógeno, y tomarse en serio la sabiduría que hemos acumulado a lo largo de nuestra vida, aprendiendo de nosotros mismos como hace el animal más sabio de todos, la ostra.

Resumiendo:

- Recomiendo no prestar atención a recomendaciones ajenas.

- Les hago saber que la sabiduría viene de uno mismo.

- Sepan que estoy 100% seguro de lo frágil de la ceridumbre de lo que se publica en los Blogs, y es por ello que les insto a no hacer caso a lo que se dice en ellos.

Víctor Sueiro, gente como uno.