29 agosto 2005

¡Se van a ir todos, qué lindo!

Nuestro pueblo, orgulloso y altivo, reniega de los viejos tejes y manejes de la política. Después de las desgracias que nos acaecieron en la última década, los argentinos hemos aprendido una valiosa lección: a no confiar en la "vieja" dirigencia. Ya le hemos dado la mitad de nuestros votos a De la Rua. Quiero felicitar a nuestro pueblo por haber tomado conciencia al grito de "¡QUE SE VAYAN TODOS!" Pero todos, ¿eh?

Afortunadamente nos dimos cuenta de que no se puede seguir así. Tras haber aprendido la lección, el electorado no seguirá dando techo, comida y DVD a los poderosos que nos vienen manipulando desde Solís. La Argentina ahora sabe que si no renueva la dirigencia, en unos 50 años podríamos dejar el primer mundo para ser algo así como un país bananero. No podemos permitirlo.

Por ende, alabo la sabiduría infinita de nuestro pueblo que, a pesar del paso del tiempo y de los presidentes desde el incidente helicopterial, no ha olvidado que necesitamos QUE SE VAYAN TODOS. Pero todos, ¿¡eh!?.
Dicen las malas lenguas que seguimos siendo un hato de imbéciles. Pero dicen las buenas lenguas que no cometeremos el mismo error 51 veces. Es por eso que aprovecho la ocasión para felicitarlo, argento viejo y peludo, por su estrategia del engaño pre-electoral. Sé que los resultados de las encuestas que indican el inevitable triunfo de candidatos del pasado son producto de una burla sumamente organizada.

Es evidente que nuestros compatriotas están confabulados para verles la cara de fracaso inesperado a estos políticos de antaño cuando no reciban un sólo voto. ¡Bien por la estrategia, Argentina! Ya me estoy anticipando a la alegría de descubrir después de los comicios que no nos hemos olvidado del "que se vayan todos" y que hemos aprendido a no darle cabida a estos satrapas. ¡Qué suerte que somos tan, pero tan piolas!


No hay comentarios.: