18 septiembre 2006

¡Usted es un peligro para el resto!

La Clínica Procrastinábil del Dr. Vaporeso ha finalizado otra proeza científica de las que no suelen darse aquí, en el Subdesarrollo, sino allá, en Europa o Estados Unidos, que son mejores países.
Marianella
Con métodos tan precarios como el espionaje, las escuchas telefónicas y la Marianella (técnica autóctona desarrollada en nuestra propia SIDE), logramos codificar el comportamiento humano en su hábitat natural: la Reunión de Consorcio.

Como resultado preliminar, dado que saltaba a la vista desde el inicio de nuestro estudio, se podría aseverar, sin márgen de error, que el 100% de la humanidad cree ser normal y anormal al mismo tiempo. Lo que nos llevó a una segunda presuposición innata del homo sapiens: que todos los demás están locos por no aceptar que son gente normal haciendo locuras con naturalidad. Básicamente. Ulteriores sondeos revelarán si esto es así o es verdura. Como primera reflexión de un estudio sirve, igual. Bah, no sé si da. Podría. O no. ¿Quién sabe? Para mi que no. ¿Quién dijo eso? Yo mismo. ¿¿Quién está ahí?? Sigamos, dale. Ok.

En segundo término, se determinó que antes de que termine la reunión, terminan todos a las trompadas. Parece que se va elucubrando este pensamiento en el interior de cada ciudadano: "no importa qué pase... acá se están pisoteando mis derechos, derechos que defendieron con su sangre tantos patriotas, tantos funcionarios, tantos donadores, para que este rebaño demente juegue con ellos cual si fueran canicas, o como bolitas que me tienen por el piso rodando y rodando hasta que me sature y los mande a todos a la conchisuvié uno atrás de otro, terminando con Doña Frassetti, la del quinto ce, la más vieja y más chota de todas las viejas chotas que hay sobre la faz de la tierra, Satanás en persona, la vuácer garcar fuoco, misserábile..."

Uno aguanta y aguanta y aguanta y aguanta pero no. El birlete, tarde o temprano, revienta. Si no, preguntenlén a Pipo Pescador.



Poca gente sabe por qué desapareció, pero la realidad es que le daba a la mandanga, y un día no aguantó más tanta pendejada en el consorcio y le reventó el birlete. Después de la vigésimo sexta vez que el hijo del portero se le colgara de la pierna al grito de "¡Que toque el acordeón!¡Que toque el acordeón!", coreado por el resto del consorcio, que no entendía que el pendejo, amaestrado por su padre el Señor Portero en el arte de la triquiñuela, distraía a los subnormales para que su benemérito, aprovechando el alboroto, anunciara un reflejo en las expensas del aumentito que había sufrido su salario en un 254 %, al Sr. Pescador le reventó el birlete. Cazó al niño del cogote y, en una jugada poco feliz para su carrera, le espetó "Mirá, nene, si no dejás de gritar forradas, la próxima vez que te toque la farolera te llevo al fondito y te emporlo, para que aprendas".

Parece ser que el resto de las personas del Consorcio, un tanto irritadas por el esabruptoc, le sostuvieron la quijada y le rebanaron la campanilla a modo de advertencia... y desde entonces el pobre Pipo no canta más.


Así quedó Pipo Pescador.

Por eso: ¡Atenti! A usted también le puede reventar el birlete. Cuando pase, hagasé un favor y no salga a la calle creyéndose Peter O'Toole. Le va a caer encima la pesada de Floresta y, cuando se amotine, le van a leer la Biblia de carne al derecho y al revés, por atrevido.

1 comentario:

T O N T A M E N T E dijo...

Por eso yo nunca voy a ninguna reunion de consorcio!

Por eso y porque nunca viví en departamento...